miércoles, 23 de diciembre de 2009

DICEN POR AHÍ

Dicen que para una mentira se convierta en verdad sólo hace falta repetirla muchas veces. Fuera de China las personas tienen una percepción en muchos casos errónea del país. Innumerables son los bulos que circulan de boca a boca sin saber la fuente de la información, pero dando por cierto cada una de las palabras que escuchan. No me excluyo, yo era así también, por eso cada día este país y sus gentes me enseñan como son realmente, sin ser influenciado por los estereotipos con los que llegué.

No son muy ordenados tampoco demasiado limpios, pero eso de que están oprimidos bajo un régimen que les tiene sometidos a la más absoluta angustia y pobreza no es cierto. Salen adelante con lo que tienen, y eso hace que nuestras mentalidades sean completamente diferentes, tenemos problemas incomparables y esto provoca que el método de resolver cualquier imprevisto también sea distinto. En muchas ocasiones ellos no pueden entender nuestra forma de ver la vida. Un ejemplo, mi hermana tuvo que cambiar los azulejos del cuarto de baño, les dijo a los obreros que los quería todos blancos, ¿qué hicieron? Los pusieron todos blancos, sí, pero con diferentes formas tamaños y tonalidades. Ellos no entendían el enfado, donde nosotros vemos un desastre ellos ven un apaño. ¿Una gotera en el salón? Se sube al tejado y se arregla con los materiales y coste que haga falta ¿verdad? O se pone un cubo, se cambian los muebles de posición y sitio para que este no se vea. Tan sólo son anécdotas verídicas que no hacen más que reflejar como las personas desarrollamos nuestra capacidad resolutiva según los medios que disponemos o estamos dispuestos a gastar.

Creen en la suerte y por ello son supersticiosos, muy supersticiosos. Los números son de gran importancia para ellos, hasta el punto que se subastan números de teléfono o placas de matrícula, por sumas millonarias, con el fin de conseguir el número 8 por doquier. Las grandes empresas preparan sus aperturas para una fecha que contenga dicho número, y tampoco es casualidad que la olimpiada de Pekín fuera inaugurada el 8 del 8 del 2008, sorprendente pero cierto. Por otro lado el 4 es asociado con la muerte, así que intentan evitarlo en la medida de lo posible. Llegan a quitarlo hasta de los edificios, en los ascensores no encuentras la planta cuarta, saltan de la tercera a la quinta. En cuanto a sus creencias espirituales, es necesario decir que China no tiene ninguna religión establecida, aunque rezan mucho en los templos, sobre todo budistas y taoístas.

Muchas me han preguntado “¿cómo es su carácter? Son algo reservados sobre todo en mostrar sus sentimientos en público, pero no por ello tristes. Llegan a ser igual de divertidos que cualquiera de nosotros y por supuesto saben pasárselo bien. No preguntan mucho, pero eso tiene una explicación que viene del pasado. No hace muchos años, ellos pensaban que hacer una pregunta era una falta de respeto, creían que era una forma de cuestionar a la persona a la que se le hacía, haciéndole entender que no se expresaba bien. Hasta hace poco tiempo era impensable hacer preguntas en el colegio, universidad, trabajo… Esta antigua creencia no está del todo eliminada en su mentalidad, por ello nunca sabes a ciencia cierta si un chino ha entendido lo que quieres decir. A tu pregunta “¿lo has entendido?” Muchos de ellos siguen siempre afirmando y esto genera algunas veces, como es obvio, situaciones un tanto extrañas.

Con sus virtudes y rarezas China me está haciendo crecer como persona, es algo que siempre tendré en deuda con este país. Si no fuera por ella, tampoco sabría lo mucho que QUIERO a mi familia y amigos, una lección muy importante que nunca olvidaré. Feliz Navidad a todos.

martes, 1 de diciembre de 2009

VIDAS CRUZADAS

La tasa de desempleo en China ha sido siempre un enigma, el partido comunista lo representa con un número que excluye a los trabajadores emigrantes y la población rural. Las estadísticas de desempleo oficiales en marzo del 2009 fueron del 4,2% dato que según expertos no corresponde a la realidad del país, sería mayor. Yo no estoy en disposición de afirmar o desmentir esto, lo que sí puedo decir, es que aquí se realizan trabajos, difíciles de entender en una sociedad capitalista, con el fin de bajar la tasa de paro y mantener ocupado a un porcentaje considerable de la población. De esta forma evitan que estén en la calle mendigando, les dan un oficio para que puedan seguir adelante.

A pocas personas conozco que no se hayan quejado nunca de su trabajo, pero creedme aquí existen algunos que podrían volver majareta a cualquiera de nosotros en menos que canta un gallo. China tiene un número elevadísimo de jardines y su gran mayoría cuidados al milímetro, pero ¿cómo los conservan en esas condiciones? Lo que en países occidentales lo realizarían unas pocas personas y unas cuantas máquinas, aquí se hace de forma diferente. A menudo se puede ver a grupos de mujeres de avanzada edad sentadas en taburetes muy bajitos quitando las malas yerbas con la mano, los jardines son inmensos en muchos casos, así que cada día van cambiando las zonas de trabajo ¡menuda locura! Es sorprendente ver allí mismo a alguien cortando el césped con unas tijeras, sí sí habéis leído bien, uno se pregunta ¿cuál será su motivación? Imagino que la más importante de todas, ganar algo de dinero para sobrevivir.

En algunas zonas de las grandes ciudades es común ver a una persona de bajo de una sombrilla de pie y tiesa como un soldado ¿cuál es función? Aún no lo sé, llevan uniforme y pasan unas cuantas horas allí sin objetivo aparente a realizar. Por otro lado algo a lo que uno nunca se acaba acostumbrar es a ver a gente barriendo las carreteras y autopistas, como ya os conté la gente ha adaptado su forma de conducir a todos estos imprevistos, así que ir conduciendo y ver a alguien en tu carril con una escoba tan sólo provoca un volantazo más en el trayecto.

Si tengo que resaltar un trabajo por su dureza, no hay ninguna duda, os explico, en mi último viaje fui a Huang Shan a ver la famosa yellow mountain, un lugar único en el que tus ojos gozan de infinitos orgasmos visuales. El punto más alto de sus picos está a 2000 metros y allí se pueden encontrar algunos “restaurantes” y un hotel, pero ¿cómo llega hasta allí todo lo que necesitan para servir al público? Cientos de personas suben por las escaleras pegadas a la montaña todo lo que les piden, con tan sólo la ayuda de un tronco de bambú para equilibrar el peso en sus hombros. Cargan con más de 50 kilos a las espaldas y tardan alrededor de unas 6 horas. Se requiere gran fortaleza mental y física, no suelen perder el ritmo, y su cara refleja el esfuerzo que hacen para conseguir llegar a la cumbre y cobrar los 5 euros por su servicio.

Karl Marx dijo una vez “el obrero tiene más necesidad de respeto que de pan” y así es, en la mayoría de los países ricos nos avergonzaríamos si desempeñáramos estas tareas, “no son propias de gente de bien” pensamos. En China no necesitan inmigrantes dispuestos a ocuparse de los trabajos que otros no quieren hacer por considerarlos indignos, aquí se juzga a las personas por como son, el respeto entre ellas es envidiable, aprendamos la lección.

lunes, 16 de noviembre de 2009

VALIENTE IGNORANCIA

Es complicado poder definirse a uno mismo, pocas veces lo he intentado, pero estos días no lo he podido evitar. En un principio consideraba como una facultad poder confiar en la gente, siempre he buscado algo positivo en lo que agarrarme a las nuevas personas que conozco, y así creer en la bondad de estas. Ahora sé que he rebasado la frontera de la confianza hasta convertirme en un absoluto ignorante.

Todo parte de un viaje en solitario que embarqué hacía Pekín pocos días atrás, ya os explicaré en otro artículo el motivo, llegué contento y con muchas ganas de descubrir otra ciudad. Lo primero que hice fue ir hasta mi hostal situado en el centro de la ciudad y dejar la maleta. El lugar era confortable, agradable y con un ambiente juvenil que me hizo sentirme a gusto, “esto marcha” me dije. Sin pensarlo dos veces y bien abrigado decidí dar un paseo por el centro y ver la ciudad prohibida y la plaza de Tiananmen. Llegando a mi destino un joven chino se acercó, me preguntó de donde era y qué hacía por la ciudad, yo antes de nada le analicé, sus pintas eran muy normales, tendría unos 23 años y más bien cara de panolis, “no hay peligro” pensé. Tuvimos una agradable conversación en la que finalmente me ofreció dar un paseo y explicarme los lugares que yo quería visitar, su excusa para ese extraño comportamiento era que quería practicar inglés, yo lo creí. Durante aproximadamente una hora, eso hicimos, paseamos por la inmensa capital, yo estaba contento, no estaba sólo y encima gozaba de la amable compañía de un desconocido que hacía de “guía turístico”. Una vez transcurrido ese tiempo, me comentó si me apetecía un té, es la bebida por excelencia china, no quería ser descortés y menos después de lo que estaba haciendo él por mí, por tanto le dije sí. Entramos en una casa del té, no tenía mala pinta, eché un vistazo rápido a la carta, pero mi nuevo amigo le dio el visto bueno a lo que teníamos delante, no me preocupó, eran sólo hierbas. En la mesa había muchos recipientes con té de diferente clases, la camarera empezó a explicar en chino las cualidades de cada uno, y el colega me lo traducía al inglés, íbamos probándolos, fueron unos 15 diferentes con sus respectivos y extraños rituales antes de cada sorbo, “tradición china” imaginé. Para terminar nos tomamos una cerveza, no sé cuanto tiempo había pasado, pero yo quería proseguir con mi visita turística. Tenía claro que le iba a invitar, me había contado que era estudiante de comunicación y no hay que ser muy listo para saber que cualquier gasto que se puedan evitar es de gran ayuda.

La misma señorita que nos había atendido y preparado la cata trajo la cuenta, me la dio a mí, la miré y sorprendido dije “is impossible” la cantidad era la no despreciable cifra de 1200 RMB o 120 euros. Yo no me podía creer la situación, una cuenta desorbitada, una camarera hablándome en chino sin parar y mi acompañante intentando explicarme que el precio cuadraba. Me puse nervioso no sabía que hacer, el puto chino se puso a llorar “lo que faltaba, el desgraciado se siente culpable” pensaba. Pero la fiesta acababa de empezar, inmediatamente después de sus lágrimas, escuché “i have forgotten to take money” ¿podía pasar algo más? Finalmente y tras varios minutos de discusión pagué con tarjeta. Mi cara era un poema y la del chino parecía la de un cordero degollado. Es una cantidad importante de dinero pero yo creía firmemente que la culpa era de los dos, así que le dije que necesitaba su mitad, me explicó que tenía que pedírselo a varios amigos, que era mucho para él, pero que mañana sin falta me la daría, también le creí. Estuvimos una media hora más paseando, él me seguía explicando y preguntado, pero yo sólo pensaba en la estocada que había recibido mi bolsillo. Me acompañó a mi hostal, casi llorando otra vez, sentenció que al día siguiente me llamaría.

Después de descansar unas horitas, decidí salir a cenar y no darle más vueltas al asunto. Era imposible, mi cabeza no dejaba de recordar lo sucedido, me llegué a sentir mal, pensaba “pobre chico, seguro que su familia humilde se esfuerza por mandar al primogénito a estudiar a la gran ciudad, y encima él tiene que pedir ahora dinero a sus amigos” la hamburguesa no me estaba sentando muy bien y los remordimientos iban creciendo por segundos. Finalmente tomé una decisión “que me pague lo que pueda aunque sea menos de la mitad”. Unos segundos después sonó el teléfono, era mi hermana, le conté la historia y cuando terminé me dijo “hermano te han estafado”. Al parecer, y según me contó, en las grandes ciudades chinas es un timo muy común, se compinchan una casa de té y una persona joven, bien vestida, con conocimientos de inglés, don de gentes y gran habilidad para la interpretación.

Ya os imagináis el final ¿verdad? Aun estoy esperando el dinero, y claro que le llamé, pero nadie respondió nunca. Ahora todos tendréis mil soluciones en la cabeza, “yo me hubiera ido corriendo” “yo le hubiera reventado la cara al chino” o “yo me hubiera esperado a que llegara la policía”. Lo cierto es que no hice nada de eso, ni tampoco sé si hubiera valido de algo, recordad que esto no es Europa y no es fácil comunicarse, actúe de esa forma y ya no hay vuelta atrás. Me tocó la china, sí, pero he aprendido una gran lección que jamás olvidaré.

sábado, 24 de octubre de 2009

ALGÚN CAMINO ENCONTRARÉ

En China todo funciona de forma diferente y el tráfico no podía ser una excepción. Es un país que trabaja pensando en el futuro y eso se palpa de inmediato echando un vistazo a las ciudades. Una minoría de la población posee coche, pero en cambio las carreteras, avenidas y calles son enormes. La más pequeña tiene dos carriles para cada sentido. Uno se pregunta “¿es necesario?” pero ellos esta cuestión no la contemplan en presente, sino en futuro “¿será necesario?” Afirmativo, china crece a tal ritmo que es sólo cuestión de pocos años que las carreteras estén repletas de coches. A pesar de los llamativos crecimientos en las ventas, el automóvil sigue siendo un artículo de lujo para la gran mayoría de la población china, y el mercado crece de momento sólo con la demanda de los organismos oficiales y las minorías acomodadas. El retrato robot del comprador particular chino es una familia de unos tres miembros, con un hijo de media e ingresos mensuales netos de unos 1.100 euros, poco habitual, y los precios de los coches varían desde los 3.000 euros que cuestan los mini-utilitarios chinos más asequibles a los 20.000 de las berlinas medias, sobrecogedor sabiendo que el salario medio per cápita de los trabajadores urbanos es de 1.400 euros al año aproximadamente.

No obstante, por el momento, el vehículo por excelencia para los nativos es la moto, pero no una moto cualquiera, sino eléctrica. No alcanza grandes velocidades ni puede hacer muchos kilómetros pero es barata, resistente, cómoda y muy ecológica. Tienen su propio carril y ya puede llover a cántaros, que miles de ellas te rodean allá donde vayas. Algunas de estas transportan plantas, cartones, hierros enormes o cualquier objeto que se les ocurra o necesiten. Nadie lleva casco pero tampoco parece importarles, van a su ritmo, sin prisa pero sin pausa.

Sin embargo su conducción es totalmente anárquica y sin un sentido lógico. No existen carriles de adelantamiento, búscate la vida si quieres pasar a otros coches, autobuses o camiones, encuentra el hueco y sin dejar de hacer sonar el claxon juégatela. No importa que vayas pisando huevos por el carril de la izquierda o que te pares un momentito en el carril central a contestar una llamada, es algo natural. Lo sorprendente es que no se ven accidentes, la gente ha desarrollado una conducción basada en todo este tipo de actitudes tan extrañas para nosotros. En el coche el claxon es tu mejor amigo, cuanto más lo hagas sonar mejor, pero la gente ni se inmuta, ya pueden estar pitando 2 minutos seguidos a alguien que nada, ni se chillan, ni se ve ningún gesto despectivo, ni tan sólo se miran a la cara, “yo a la mía, el problema lo tienen los demás, ya se apañarán” deben pensar. Vehículos en dirección contraria es el pan nuestro de cada día, las cuatro luces puestas y si ganas tiempo en esa dirección adelante. Cuando ven esto otros vehículos, un pitadita con el claxon por si no se había enterado y a seguir. En los cruces pese a que hay semáforos prevalece la ley del más fuerte, sin contemplaciones.

Ya sabéis que lo que más utilizo yo es el taxi y el autobús, pero ser peatón no tiene desperdicio, es una aventura. ¿Quieres cruzar? Entonces mira bien a los dos lados y échale un par de huevos, porque los pasos de cebra tienen únicamente función decorativa, y los vehículos no van a parar por tu cara bonita, si es necesario esprinta y no mires atrás.


lunes, 12 de octubre de 2009

BAJA POR DIVERSIÓN


¿Qué sería de nosotros sin tiempo para desconectar, brincar o pensar? Aquí soy un privilegiado. Algo tan común para nosotros como es pasar los fines de semana a lo grande, no todo el mundo se lo puede permitir en China. Opciones para divertirse no faltan pero basta salir unas cuantas veces para entender que la mayor parte de los nativos no tienes recursos suficientes para esto.


Llega el viernes por la tarde y después de mi famosa y obligada siesta se empieza a perfilar el plan para esa noche. Normalmente vamos a casa de alguno de nosotros y cenamos tranquilamente el menú confeccionado por el anfitrión, pero ya sabéis la pasta y el arroz siempre son muy recurridos. El clímax de una buena tertulia nos indica que ya es el momento de mover hacia la calle de los pubs, aquí conocida como bar street. Suelen ser sobre las 21 horas y recorremos normalmente los mismos bares, la mayoría son de extranjeros y tienen cerveza importada. Pasada una media hora de adaptación el ambiente se empieza a caldear y se inician los típicos juegos de beber y beber. Mi primera salida de fiesta fue muy graciosa, tan sólo conocía al profesor de mi hermana de inglés y me presentó a sus amigos. Cuando llegué me los encontré jugando a algo parecido al durito, pero se trata de encestar pelotas de pimpón a tus rivales. Al principio estaba en un círculo de americanos charlando, en realidad de poco me enteraba, pensé “dale a la cerveza que ese es un lenguaje internacional” pedí jugar y allí fui, tres tíos intentaban explicarme el funcionamiento del juego, yo sólo afirmaba con la cabeza, un australiano me preguntó “have you understood the game” yo le contesté “friend this game was invented in spain” Todos se posicionaron a mi favor, era el nuevo y realmente tenía pocas posibilidades de ganar, no contaban con que tengo una muñeca que vale millones. Llegamos al final sólo quedábamos dos, cogí la bola y dije “Pau Gasol from Spain” y para dentro, ¡guau! Aún no sé como pero gané y todos me abrazaban como si hubiera marcado el gol decisivo para ganar, qué se yo, ¿una eurocopa? FT9, llegué, vi y vencí a lo Julio Cesar. Desde ese momento mi nombre no les importaba o no lo querían recordar, ahora era Ricky Rubio.


Otra de las opciones más concurridas en este gigantesco país es el karaoke, para ellos es lo máximo. Nosotros un día decidimos probar, y no nos arrepentimos, son locales con salas privadas de diferente tamaño según el número de personas que seáis. Éramos diez y teníamos sofás, tres televisores, cinco o seis micrófonos, panderetas y la posibilidad de comprar alcohol muy barato. Estuvimos como una hora destrozando canciones en inglés y alguna que otra en español, que claro me marqué yo para deleite del personal, la macarena y algunas de Mecano fueron parte de mi particular concierto. Lo mejor de todo fue el precio, 30 yuanes por persona, es decir 3 euros.


Medianoche y los temas de las conversaciones ya indican el estado ebrio del grupo. Es hora de una discoteca, “hoy toca ir a muerte” me digo “tengo buenas vibraciones”. Aquí en Suzhou son gratis, menos gasto, la discoteca está llena de mesas con gente alrededor de pié bebiendo y comiendo, la mayor parte de los chinos que están allí suelen tener bastante dinero, se sabe por los coches aparcados en la puerta y por que no se privan de nada, sus mesas están llenas de cervezas, botellas de whisky y recipientes llenos de fruta. Os sitúo: una cerveza cuesta 4 euros así que pocas veces pido algo, pero recurro a trucos de veterano de guerra, me acerco a sus mesas les digo cuatro palabras en chino “hola, soy Vicente, estudiante de chino, soy español ¿qué tal estás?” cuatro bailoteos si hay alguna chica y te suelen ofrecer algo, son majos. Alguna vez nos invita uno de los jefes del local que conoce a un amigo mío. Cuando se hacen ya las 3 de la madrugada se nota que la gente empieza a irse, yo miro a la izquierda miro a la derecha doy la última vuelta y pienso “Vicente, una retirada a tiempo es una victoria, un taxi y a casa que mañana será otro día”.


Ahora ya me suelo mover con la misma gente, he tenido mucha suerte, son todos geniales, divertidos y con los que puedo contar para todo, que es lo complicado. Algunos de ellos son: Leo de California, viene a mi clase, un crack, no me separo de él, licenciado y también con aspiraciones a encontrar un curro aquí; Alba, una chica española que ya lleva tres años viviendo en China, muy maja; Abi, Roberto y Susanne aunque vienen de Alemania tienen diferentes nacionalidades, están haciendo el proyecto, estudian Ingeniería médica y también van a la facultad conmigo, son de confianza y muy graciosos, con todos ellos tengo una inmejorable relación. Luego están Ramiro y Amandine, el grupo de americanos/as muy festeros y muchos más de la universidad con los que siempre coincidimos de fiesta. Una buena piña.


Camaradas, China ofrece muchas posibilidades de diversión y desenfreno, pero si la compañía es grata importa menos el lugar donde te encuentres. Difícil es encontrar a gente de vuestro nivel. Yo estoy bien, con mis altibajos pero siempre de pie, no me caigo, sé que muchos de vosotros siempre estáis y estaréis a mi lado empujándome a seguir, os siento cerca y eso me ánima. No cambien.

jueves, 1 de octubre de 2009

UNA SEMANA CUALQUIERA


Pasado ya más de un mes, mi vida empieza a estabilizarse, los días siguen una nueva rutina para mí, con tiempo para todo, pero persiguiendo de forma más efectiva mis aspiraciones aquí. De lunes a viernes me despierto sobre las 7 de la mañana, un buen madrugón, pero hay que adaptarse a las nuevas circunstancias, la mayoría de las veces no hace falta que me suene el despertador, mis sobrinos a las 6:30 ya están corriendo y gritando por la casa. A las 8:00 cojo un autobús hacía la universidad.

El bus merece un capítulo aparte. Suele ir lleno hasta los topes y cuesta entre 1 y 2 yuanes, es decir 10 o 20 céntimos de Euro, dependiendo del que me toque ese día. Ya estoy acostumbrado a las miradas de los pasajeros, pero creedme no se cortan ni un pelo, me analizan de arriba abajo como si fuera un extraterrestre que intenta pasar desapercibido entre las masas. Si tengo suerte el carro lleva aire acondicionado y los 20 minutos de trayecto se soportan mejor, pero si voy en el otro es alucinante, es una chatarra con ruedas, en el que el conductor incluso apaga el motor cuando la carretera tiene pendiente descendente. Ya os relataré en otra crónica todos los detalles sobre el tráfico en China, sorprendente.

En la universidad suelo estar hasta las 12, menos los lunes y los miércoles que a la 13 horas tengo una nueva clase de política en inglés, así que esos días aprovecho para probar restaurantes chinos que están cerca y son muy baratos. Cerca de las 12:30 aterrizo en casa y lo primero que hago es comer, llego muy hambriento. Cuando termino toca una de mis partes preferidas del día, al principió intenté olvidarme de ella, luego pensé en todo el bien que me hace y lo bueno que es no perder las buenas costumbres, así que finalmente me dije “debes hacerla” y eso hago, un horita de la famosa siesta española. Al despertarme con cara de pocos amigos voy directo al escritorio saco los libros de texto y empiezo con las tareas de clase, que suelen ser muchas y largas. A esto le dedico un mínimo de 2 horas todos los días, algo que no había hecho en mi vida, aunque ya sabéis que siempre hay alguna tarde tonta. Tengo que hacerlo por que de verdad os digo que si fallo, al día siguiente estoy más que perdido. Por no contaros que la profesora mira todos los días los libros para ver quién ha hecho los deberes, como en el colegio, y yo tengo una imagen que conservar…

A las 19:30 mi estomago ruge así que con un poquito de aquí y otro poquito de allá ceno e inmediatamente me retiro a mis aposentos o bunker personal y exploro Internet, diarios, correo… Aunque ahora el Gobierno chino ha vuelto a bloquear multitud de páginas, así que de momento las redes sociales son de difícil acceso para mí. Sobre las 22:30 estoy en la cama a veces viendo una peli otras completamente roca.

Tendréis ganas ya de que os cuente como es un fin de semana para mi aquí, “¿qué hace? ¿dónde y con quién sale? ¿cómo será la fiesta en china? ¿estará haciendo daño? ¿beberá alcohol?” Bueno eso último lo retiro, ya sé que lo sabéis… Siento deciros que os tendréis que esperar a una próxima entrega, hasta entonces os mando un gran gran gran gran achuchón.

viernes, 18 de septiembre de 2009

PRONUNCIACIÓN

Algunas veces la teacher nos sorprende y aparece con un micrófono, sólo unos elegidos nos atrevemos, ya sabéis que suelo ser muy participativo y además siempre viene bien con la profesora... Mi compañero y amigo Leo estuvo rápido y grabó mi lectura en chino, ahí está el resultado, pequeños errores en una pronunciación que ya roza la perfección. Si no fuera por mis ojos ¿pensaríais que soy chino, verdad?
Ah por cierto, los gritos que se escuchan de fondo, es el entrenamiento militar que reciben algunos estudiantes como ya os expliqué.

viernes, 11 de septiembre de 2009

TIEMPO DE APRENDER

Preparados, listos, ya. Empecé las clases y la verdad que hasta el momento genial. En mi aula somos unas 25 personas y si no me equivoco 15 países distintos: México, Nigeria, Finlandia, Alemania, Chile, Brasil, Arabia Saudí, Estados Unidos y algunos más que ahora no recuerdo. Es algo parecido a la Naciones Unidas, con un poco más de cultura y criterio pero con algo menos de poder. El horario no es duro, empezamos a las 8:30 y se termina a las 12, eso sí con 20 minutos de descanso.

Las primeras clases fueron de presentación pero ya en chino, fue un caos, nadie acertaba dos palabras seguidas y la profesora se partía el pecho. El idioma oficial en mi aula es el inglés, así que no paro de practicarlo, las profesoras lo usan para explicar algunos detalles, pero tampoco os penséis que mucho. Realmente me está costando un poco ya que tengo que ir traduciendo del inglés al español y del español al chino. Increíble, cuando tengo la respuesta de algún ejercicio ya van por la siguiente pregunta, aunque la situación me motiva e intento cada vez hacerlo más rápido.

Sinceramente pensé que empezaríamos con algo sencillito, los números, los colores, pero mis ganas, en una semana ya chapurreamos: hola, buenos días, yo soy de España ¿qué tal estás?, ¿tus padres bien?, ¿tu madre?, ¿tu hermano mayor? ¿y la menor?, y algunos verbos y adjetivos clásicos. Casi las cuatro horas nos las pasamos haciendo ejercicios de pronunciación y nos reímos mucho. Existen letras y palabras muy complicadas de pronunciar y al haber tantas nacionalidades y acentos diferentes, cada sonido es un mundo para alguien. De repente la profesora dice “ok listen and repeat, nihao” alguien dice “nichao” la teacher insiste “no, repeat with me, nihao” otro dice “nisao”, un escándalo, pero eso nos pasa a todos, yo ya he sido el origen de las carcajadas unas cuantas veces, especialmente cuando aparece la letra e, que se pronuncia como una a pero con la boca cerrada, o al menos esa ha sido mi conclusión. En general contento por que la experiencia está siendo enriquecedora, y aunque en algunos momentos siento impotencia, estoy aprendiendo y además me empapo de otras culturas del mundo y sus gentes.

La universidad es como todo en China, enorme. No sé deciros cuantos metros cuadrados tiene, pero dentro del recinto viven más de 30.000 personas, su gran mayoría chinos. Ellos llevan una vida paralela a la de los extranjeros. Estudian y viven gratis allí, pero ¿en qué condiciones?. Duermen en pequeñas habitaciones, que ocupan seis personas. Los pocos occidentales que viven allí tienen su misma habitación pero sólo para una, además las residencias están separadas y un extranjero no puede entrar a la de los chinos. Así evitan que se puedan difundir malas informaciones del cuidado de sus estudiantes, no obstante aquí un servidor investiga. Tienen que estar dentro antes de las 22 horas o se quedan fuera hasta el día siguiente. Petrifica ver a los estudiantes que empiezan la universidad ya que reciben instrucción militar durante dos semanas. Llama mucho la atención pasear por las calles del recinto y ver grupos de jóvenes vestidos con uniformes militares de camuflaje, muy ordenados en filas corriendo, saludando o haciendo movimientos dignos de un ejercito profesional.

Suzhou University es la quinta universidad en importancia del país, por lo que alberga a gente de toda China. Somos unos 40.000 de los cuales tan sólo 2.000 extranjeros. Se trata de una “pequeña ciudad” con numerosas instalaciones deportivas, sobre todo de badminton, edificios antiguos y decenas de calles y jardines, algo verdaderamente asombroso.

Sé que es difícil de imaginar, pero pronto publicaré también fotos. Intentaré de forma regular informaros de cómo es mi vida aquí y mis impresiones a cerca de este gran país. Espero que al menos os entretengan las crónicas unos minutos de vuestras ajetreadas vidas y os acordéis, o en algún caso conozcáis, a este humilde periodista que os asegura que NUNCA olvidará sus raíces. Besos y arrumacos.

domingo, 6 de septiembre de 2009

PRIMERAS IMPRESIONES

Llega un momento en el que de verdad te toca elegir, un camino, un lugar, un propósito. Yo un periodista parado, no tardé en decidir embarcarme hacia una aventura oriental que se me presentó delante de mis narices. Ansiaba dar el gran salto que cambiara mi vida y dejar atrás la rutina y la proximidad. Como mis alternativas en Valencia eran pocas, no lo pensé mucho, es mi momento me dije.
El 21 de agosto marché rumbo hacía lo desconocido. En el avión ya empezaron mis descubrimientos. Fueron 11 horas de vuelo en un asiento que se hacía cama, con televisión individual y azafatas que se encargaban de que no me faltara de nada “¿un poquito de champagne?” claro, como no, “¿qué querrá comer el señor?” Evidentemente yo no pude costearme un billete en primera clase, pero tanto mi destino como mi forma de llegar allí iban unidos por un lazo familiar, mi hermana.
Me tocó la China, sí, concretamente Suzhou “una pequeña ciudad” de 6 millones de habitantes. Me imagino que la mayoría os habéis quedado igual, os oriento, está en el sur a 40 minutos en tren de Shanghai. La ciudad es gigantesca así que de momento no os puedo contar mucho de ella. Yo vivo muy cerca del centro, en una urbanización en su mayoría de occidentales, aquí reciben el nombre de expatriados. Es un complejo de casas unifamiliares con jardines, un lago y un ambiente muy tranquilo, es casi como vivir dentro de un globo que te separa de la realidad, o como se dice aquí Walt Disney.
No llevo aun ni dos semanas y claro, son días extraños en los que no paro de descubrir gentes, lugares y actitudes alucinantes. Voy a poneros un ejemplo: el supermercado, algo común en todos los países, estaréis pensando “no podrán ser muy diferentes a los nuestros” lo son. Imaginaros el típico super grande al que soléis ir, pues ahora multiplicadlo por 10. Un gigantesco pabellón en el que sin duda vendría muy bien la instalación de semáforos. Se trata de una carretera en la que miles de chinos con carros de compra van circulando con adelantamientos, estacionamientos en doble fila y accidentes múltiples en los que un novato es complicado que escape. A esta anárquica conducción hay que sumarle una mezcla de olores variopintos que me producen arcadas dignas de mis mejores domingos de resaca, muchos ya sabéis a que me refiero. Sorprende cambiar de pasillo y encontrarte patos muertos colgados de un hilo, o una pecera minúscula con unas 200 ranas dentro, pero el colmo son los acuarios llenos de peces agonizando y algunos muertos, en los que yo he visto como saltaban fuera intentando suicidarse, estoy seguro, y así poder librarse de una vida más propia de sardinas en lata.

Mí día a día hasta ahora está siendo tranquilo, mucho turismo y probando la gastronomía de aquí, que ya es decir, todo un reto para los que estamos acostumbrados a la que yo considero la mejor cocina del mundo, los guisos de mamá. Bueno, que no se me olvide, me he dado un par de masajitos espectaculares, uno en los pies y otro por la espalda, sin final feliz mal pensados... La verdad me vinieron de lujo después del veranito tan duro que he pasado, mi cuerpo necesitaba una dosis de reanimación.

Por el momento he conocido a poca gente, pero pronto empezaré en la universidad mis clases de chino y ya me han dicho que allí no me faltarán amigos, así que con muchas ganas de vivir mi segunda etapa universitaria, pero esta vez con más veteranía…

Oigan que se les echa mucho de menos y no hay día que no piense “¿Qué estarán haciendo?” así que hagan el favor de cuidarse y sed buenos.