sábado, 24 de octubre de 2009

ALGÚN CAMINO ENCONTRARÉ

En China todo funciona de forma diferente y el tráfico no podía ser una excepción. Es un país que trabaja pensando en el futuro y eso se palpa de inmediato echando un vistazo a las ciudades. Una minoría de la población posee coche, pero en cambio las carreteras, avenidas y calles son enormes. La más pequeña tiene dos carriles para cada sentido. Uno se pregunta “¿es necesario?” pero ellos esta cuestión no la contemplan en presente, sino en futuro “¿será necesario?” Afirmativo, china crece a tal ritmo que es sólo cuestión de pocos años que las carreteras estén repletas de coches. A pesar de los llamativos crecimientos en las ventas, el automóvil sigue siendo un artículo de lujo para la gran mayoría de la población china, y el mercado crece de momento sólo con la demanda de los organismos oficiales y las minorías acomodadas. El retrato robot del comprador particular chino es una familia de unos tres miembros, con un hijo de media e ingresos mensuales netos de unos 1.100 euros, poco habitual, y los precios de los coches varían desde los 3.000 euros que cuestan los mini-utilitarios chinos más asequibles a los 20.000 de las berlinas medias, sobrecogedor sabiendo que el salario medio per cápita de los trabajadores urbanos es de 1.400 euros al año aproximadamente.

No obstante, por el momento, el vehículo por excelencia para los nativos es la moto, pero no una moto cualquiera, sino eléctrica. No alcanza grandes velocidades ni puede hacer muchos kilómetros pero es barata, resistente, cómoda y muy ecológica. Tienen su propio carril y ya puede llover a cántaros, que miles de ellas te rodean allá donde vayas. Algunas de estas transportan plantas, cartones, hierros enormes o cualquier objeto que se les ocurra o necesiten. Nadie lleva casco pero tampoco parece importarles, van a su ritmo, sin prisa pero sin pausa.

Sin embargo su conducción es totalmente anárquica y sin un sentido lógico. No existen carriles de adelantamiento, búscate la vida si quieres pasar a otros coches, autobuses o camiones, encuentra el hueco y sin dejar de hacer sonar el claxon juégatela. No importa que vayas pisando huevos por el carril de la izquierda o que te pares un momentito en el carril central a contestar una llamada, es algo natural. Lo sorprendente es que no se ven accidentes, la gente ha desarrollado una conducción basada en todo este tipo de actitudes tan extrañas para nosotros. En el coche el claxon es tu mejor amigo, cuanto más lo hagas sonar mejor, pero la gente ni se inmuta, ya pueden estar pitando 2 minutos seguidos a alguien que nada, ni se chillan, ni se ve ningún gesto despectivo, ni tan sólo se miran a la cara, “yo a la mía, el problema lo tienen los demás, ya se apañarán” deben pensar. Vehículos en dirección contraria es el pan nuestro de cada día, las cuatro luces puestas y si ganas tiempo en esa dirección adelante. Cuando ven esto otros vehículos, un pitadita con el claxon por si no se había enterado y a seguir. En los cruces pese a que hay semáforos prevalece la ley del más fuerte, sin contemplaciones.

Ya sabéis que lo que más utilizo yo es el taxi y el autobús, pero ser peatón no tiene desperdicio, es una aventura. ¿Quieres cruzar? Entonces mira bien a los dos lados y échale un par de huevos, porque los pasos de cebra tienen únicamente función decorativa, y los vehículos no van a parar por tu cara bonita, si es necesario esprinta y no mires atrás.


lunes, 12 de octubre de 2009

BAJA POR DIVERSIÓN


¿Qué sería de nosotros sin tiempo para desconectar, brincar o pensar? Aquí soy un privilegiado. Algo tan común para nosotros como es pasar los fines de semana a lo grande, no todo el mundo se lo puede permitir en China. Opciones para divertirse no faltan pero basta salir unas cuantas veces para entender que la mayor parte de los nativos no tienes recursos suficientes para esto.


Llega el viernes por la tarde y después de mi famosa y obligada siesta se empieza a perfilar el plan para esa noche. Normalmente vamos a casa de alguno de nosotros y cenamos tranquilamente el menú confeccionado por el anfitrión, pero ya sabéis la pasta y el arroz siempre son muy recurridos. El clímax de una buena tertulia nos indica que ya es el momento de mover hacia la calle de los pubs, aquí conocida como bar street. Suelen ser sobre las 21 horas y recorremos normalmente los mismos bares, la mayoría son de extranjeros y tienen cerveza importada. Pasada una media hora de adaptación el ambiente se empieza a caldear y se inician los típicos juegos de beber y beber. Mi primera salida de fiesta fue muy graciosa, tan sólo conocía al profesor de mi hermana de inglés y me presentó a sus amigos. Cuando llegué me los encontré jugando a algo parecido al durito, pero se trata de encestar pelotas de pimpón a tus rivales. Al principio estaba en un círculo de americanos charlando, en realidad de poco me enteraba, pensé “dale a la cerveza que ese es un lenguaje internacional” pedí jugar y allí fui, tres tíos intentaban explicarme el funcionamiento del juego, yo sólo afirmaba con la cabeza, un australiano me preguntó “have you understood the game” yo le contesté “friend this game was invented in spain” Todos se posicionaron a mi favor, era el nuevo y realmente tenía pocas posibilidades de ganar, no contaban con que tengo una muñeca que vale millones. Llegamos al final sólo quedábamos dos, cogí la bola y dije “Pau Gasol from Spain” y para dentro, ¡guau! Aún no sé como pero gané y todos me abrazaban como si hubiera marcado el gol decisivo para ganar, qué se yo, ¿una eurocopa? FT9, llegué, vi y vencí a lo Julio Cesar. Desde ese momento mi nombre no les importaba o no lo querían recordar, ahora era Ricky Rubio.


Otra de las opciones más concurridas en este gigantesco país es el karaoke, para ellos es lo máximo. Nosotros un día decidimos probar, y no nos arrepentimos, son locales con salas privadas de diferente tamaño según el número de personas que seáis. Éramos diez y teníamos sofás, tres televisores, cinco o seis micrófonos, panderetas y la posibilidad de comprar alcohol muy barato. Estuvimos como una hora destrozando canciones en inglés y alguna que otra en español, que claro me marqué yo para deleite del personal, la macarena y algunas de Mecano fueron parte de mi particular concierto. Lo mejor de todo fue el precio, 30 yuanes por persona, es decir 3 euros.


Medianoche y los temas de las conversaciones ya indican el estado ebrio del grupo. Es hora de una discoteca, “hoy toca ir a muerte” me digo “tengo buenas vibraciones”. Aquí en Suzhou son gratis, menos gasto, la discoteca está llena de mesas con gente alrededor de pié bebiendo y comiendo, la mayor parte de los chinos que están allí suelen tener bastante dinero, se sabe por los coches aparcados en la puerta y por que no se privan de nada, sus mesas están llenas de cervezas, botellas de whisky y recipientes llenos de fruta. Os sitúo: una cerveza cuesta 4 euros así que pocas veces pido algo, pero recurro a trucos de veterano de guerra, me acerco a sus mesas les digo cuatro palabras en chino “hola, soy Vicente, estudiante de chino, soy español ¿qué tal estás?” cuatro bailoteos si hay alguna chica y te suelen ofrecer algo, son majos. Alguna vez nos invita uno de los jefes del local que conoce a un amigo mío. Cuando se hacen ya las 3 de la madrugada se nota que la gente empieza a irse, yo miro a la izquierda miro a la derecha doy la última vuelta y pienso “Vicente, una retirada a tiempo es una victoria, un taxi y a casa que mañana será otro día”.


Ahora ya me suelo mover con la misma gente, he tenido mucha suerte, son todos geniales, divertidos y con los que puedo contar para todo, que es lo complicado. Algunos de ellos son: Leo de California, viene a mi clase, un crack, no me separo de él, licenciado y también con aspiraciones a encontrar un curro aquí; Alba, una chica española que ya lleva tres años viviendo en China, muy maja; Abi, Roberto y Susanne aunque vienen de Alemania tienen diferentes nacionalidades, están haciendo el proyecto, estudian Ingeniería médica y también van a la facultad conmigo, son de confianza y muy graciosos, con todos ellos tengo una inmejorable relación. Luego están Ramiro y Amandine, el grupo de americanos/as muy festeros y muchos más de la universidad con los que siempre coincidimos de fiesta. Una buena piña.


Camaradas, China ofrece muchas posibilidades de diversión y desenfreno, pero si la compañía es grata importa menos el lugar donde te encuentres. Difícil es encontrar a gente de vuestro nivel. Yo estoy bien, con mis altibajos pero siempre de pie, no me caigo, sé que muchos de vosotros siempre estáis y estaréis a mi lado empujándome a seguir, os siento cerca y eso me ánima. No cambien.

jueves, 1 de octubre de 2009

UNA SEMANA CUALQUIERA


Pasado ya más de un mes, mi vida empieza a estabilizarse, los días siguen una nueva rutina para mí, con tiempo para todo, pero persiguiendo de forma más efectiva mis aspiraciones aquí. De lunes a viernes me despierto sobre las 7 de la mañana, un buen madrugón, pero hay que adaptarse a las nuevas circunstancias, la mayoría de las veces no hace falta que me suene el despertador, mis sobrinos a las 6:30 ya están corriendo y gritando por la casa. A las 8:00 cojo un autobús hacía la universidad.

El bus merece un capítulo aparte. Suele ir lleno hasta los topes y cuesta entre 1 y 2 yuanes, es decir 10 o 20 céntimos de Euro, dependiendo del que me toque ese día. Ya estoy acostumbrado a las miradas de los pasajeros, pero creedme no se cortan ni un pelo, me analizan de arriba abajo como si fuera un extraterrestre que intenta pasar desapercibido entre las masas. Si tengo suerte el carro lleva aire acondicionado y los 20 minutos de trayecto se soportan mejor, pero si voy en el otro es alucinante, es una chatarra con ruedas, en el que el conductor incluso apaga el motor cuando la carretera tiene pendiente descendente. Ya os relataré en otra crónica todos los detalles sobre el tráfico en China, sorprendente.

En la universidad suelo estar hasta las 12, menos los lunes y los miércoles que a la 13 horas tengo una nueva clase de política en inglés, así que esos días aprovecho para probar restaurantes chinos que están cerca y son muy baratos. Cerca de las 12:30 aterrizo en casa y lo primero que hago es comer, llego muy hambriento. Cuando termino toca una de mis partes preferidas del día, al principió intenté olvidarme de ella, luego pensé en todo el bien que me hace y lo bueno que es no perder las buenas costumbres, así que finalmente me dije “debes hacerla” y eso hago, un horita de la famosa siesta española. Al despertarme con cara de pocos amigos voy directo al escritorio saco los libros de texto y empiezo con las tareas de clase, que suelen ser muchas y largas. A esto le dedico un mínimo de 2 horas todos los días, algo que no había hecho en mi vida, aunque ya sabéis que siempre hay alguna tarde tonta. Tengo que hacerlo por que de verdad os digo que si fallo, al día siguiente estoy más que perdido. Por no contaros que la profesora mira todos los días los libros para ver quién ha hecho los deberes, como en el colegio, y yo tengo una imagen que conservar…

A las 19:30 mi estomago ruge así que con un poquito de aquí y otro poquito de allá ceno e inmediatamente me retiro a mis aposentos o bunker personal y exploro Internet, diarios, correo… Aunque ahora el Gobierno chino ha vuelto a bloquear multitud de páginas, así que de momento las redes sociales son de difícil acceso para mí. Sobre las 22:30 estoy en la cama a veces viendo una peli otras completamente roca.

Tendréis ganas ya de que os cuente como es un fin de semana para mi aquí, “¿qué hace? ¿dónde y con quién sale? ¿cómo será la fiesta en china? ¿estará haciendo daño? ¿beberá alcohol?” Bueno eso último lo retiro, ya sé que lo sabéis… Siento deciros que os tendréis que esperar a una próxima entrega, hasta entonces os mando un gran gran gran gran achuchón.