domingo, 19 de septiembre de 2010

SISTEMA SANITARIO


China se enorgullece de enseñar su bandera y mostrar al mundo que un estado “comunista” como el suyo ha llegado a ser un país de enorme peso y relevancia a nivel mundial. Presume de muchas de sus políticas en beneficio de la sociedad, de las clases más humildes y trabajadoras. Muchas son ciertas y dignas de halago pero no todo es lo que parece.


Dejando de lado sus innumerables operaciones financieras que le convierten en el país comunista más capitalista del mundo, me gustaría centrarme en su sistema sanitario. Múltiples han sido las reformas llevadas a cabo para una mayor adaptación a las necesidades del pueblo, pero esto de real tiene poco. Una sociedad sin clases dijo Karl Marx, lo cierto es que en este país un porcentaje muy alto de la población no puede permitirse costearse los gastos de un sistema sanitario clasicista y más parecido a un producto regido por las leyes del mercado que hay que adquirir y pagar como artículo de lujo.


Es cierto que la sanidad en china ha mejorado en las últimas décadas y eso se nota. Los gastos sanitarios de los ciudadanos han descendido del 60% del total en 2001 al 45% en 2007. La gente acude hoy mucho más al médico debido a la mayor facilidad de costarse los tratamientos; pero muchos son los aspectos en los que aún se necesita amplías reformas. Es necesario que los precios del sistema de seguros reflejen el coste real, que los médicos, una de las profesiones que más respeto y admiro, tengan sueldos más atractivos, y por último que el precio de los medicamentos esté menos distorsionados.


El gran admirado y venerado Mao Zhedong precursor de los llamados doctores descalzos, y con ese fervor socialista en el que el lema sirve el pueblo era una consigna a seguir provocando un aumento de la esperanza de vida grandioso, se escandalizaría ante esta situación. Ahora los hospitales se han convertido en empresas con ánimo de lucro en las que la población rural está lejos de poder permitirse una cobertura digna.


El dato clave es que el 90% de la población rural china y el 60% de la urbana no tienen cobertura social. Esto hace que, según el Gobierno, casi el 40% de la población del país no vaya nunca al médico porque no puede afrontar la factura. Claro ¿cómo lo iban a hacer? El precio de los medicamentos se dispara, los médicos recetan y sugieren más medicamentos de los que se necesitan y con un precio desorbitado en comparación a la capacidad monetaria de los pacientes. Tiene una explicación, los centros hospitalarios están obligados a autofinanciarse y muchos tienden a inflar los costes. Sus ingresos dependen de los pacientes y de la venta de medicamentos.


Para ser justos, no podemos obviar que el gobierno sigue tomando medidas, China aprobó un plan de 97.000 millones de euros para garantizar asistencia médica universal al 90% de la población en 2011. Un plan del que no os puedo dar detalles, no se proporciona demasiada información acerca de esto, pero en el que se adoptarán medidas para seguir mejorando. No obstante y según algunos expertos puede servir para paliar las diferencias sociales entre las zonas urbanas y rurales del gigante asiático que cuenta con 1300 millones de habitantes.


La situación es muy mejorable, pero si concedemos credibilidad al gobierno se acabará con las desigualdades entre campo y ciudad y ricos y pobres, alcanzando la cobertura universal en 2020. Esperemos que así sea, este país y sus gentes lo necesitan.

sábado, 11 de septiembre de 2010

BALANCE Y OTRAS HISTORIAS COTIDIANAS


Hace ya más de un año que me lancé a la aventura asiática, y es inevitable poner la vista atrás, ver el camino que he recorrido y todo lo que por el tiempo y la distancia he ido dejando o desprendiéndome. Aprender chino fue uno de los motivos principales por los que empecé este viaje, ahora eso ha quedado en un segundo plano, embarcado actualmente en la etapa laboral, que no ha hecho más que empezar, sigo formándome y absorbiendo lo que puedo y me dejan.


Ya me estoy acostumbrando a este país, y esto está provocando que no me sorprenda tanto de todo lo que observo, motivo por el cual no escribo todo lo que quisiera. Antes cualquier cosa me llamaba la atención, ahora me he habituado con todo lo que ello conlleva. De todas formas hay muchas actitudes que no os he contado, que yo ya ni miro de reojo, pero imagino que os reportarán al menos sorpresa.


Un ejemplo, es muy habitual ver a parejas de novios que llevan la misma camiseta, según me han contado lo hacen cuando llevan poco tiempo saliendo juntos, como una manera de marcar el territorio creo yo. Hay que destacar que son poco cariñosos, al menos en público, pocas veces se les ve dándose un beso o una caricia cómplice. En realidad no saben lo que se pierden, pero es su cultura y poco se puede hacer.


Otra actitud que llama mucho la atención sobre todo cuando uno acaba de llegar, es su odio y repulsión al sol. Por cultura ellos prefieren tener la piel blanca, cuanto más mejor. Debido a esto evitan su contacto, estos últimos meses la gente, sobre todo mujeres, se protegen con paraguas, o llevan ropa que les tapa cualquier zona que pueda recibir contacto, incluyendo prendas como guantes o mangas largas, estando a 35 grados. Nunca lo llegaré a comprender, aunque la gente joven, como siempre, está rompiendo con estas tradiciones, el blanco deslumbrante sigue siendo muy valorado en ambos sexos.


En las nuevas generaciones de chinos te das cuenta que, aunque les cuesta y no es demasiado palpable, ya no son como sus antecesores tan aferrados a su cultura y costumbres. Yo como ellos sigo encauzando los cambios porque todo cambia: las tradiciones, la cultura, nuestra visión del mundo, los objetivos, las ambiciones, nuestras metas. Como dijo una vez mi hermana Mónica, “al final, en la vida, lo que importa es poder disfrutar de pequeños momentos de alegría, no hace falta tener un objetivo al que llegar y sentirse realizado, se trata de disfrutar del camino que vas haciendo...”


No tengo ninguna duda de que así está siendo, y estoy orgulloso por eso, pero en ocasiones esa senda está mucho más cuesta arriba y cuando no estás cerca de los tuyos hay que pisar más fuerte y seguir intentando no perder el rumbo. Es difícil hacer balance de todo un año, pero creo que en este tiempo he madurado, he vivido experiencias inolvidables de todo tipo, me ha ayudado a abrir más los ojos y a valorar sobre todo eso a valorar.


No sé cuanto más tiempo estaré por aquí, ya se sabe, cuando menos te lo esperas se abren dos vías y tienes que elegir o incluso crear tú un nuevo camino y a ver qué pasa. De una cosa estoy seguro, por el momento me tocó la China y joder menuda china.